Este post debería haberlo escrito hace mucho tiempo, pero quería contarlo todo tan bien que he dejado reposarlo. El pasado 10 de septiembre tuve la oportunidad de visitar en el Palau Robert de Barcelona la exposición "Barcelona alta costura". Las obras mostradas eran parte de la colección privada de Antoni de Montpalau y ya pudo verse en Madrid en el Museo del Traje.
En una primera sala podíamos disfrutar de lo que serían conjuntos para el día, muy propios de las señoras de la alta sociedad catalana. Riqueza en los tejidos y perfección en el corte y patronaje de prendas que podrían desfilar hoy en día en cualquiera de las pasarelas internacionales. Diseños de Pedro Rodriguez, Manuel Pertegaz, Carmen Mir, ASunción Bastida, Pedro Rovira y Margarita Nuez, comparten espacio con diseños de la época dorada de casa de costura como Santa Eulalia o el Dique Flotante.
En el impas entre el día y la noche se podía disfrutar de una sala en la que se exponían los dibujos de las prendas que estaban expuestas. Para mí esta es una de las partes que más me gustan de este tipo de muestras, ya que admiro profundamente a los artistas que pueden hacer fluir los tejidos con sus sutiles trazos.
En la sala dedicada a las creaciones de noche podíamos disfrutar de la riqueza de los bordados de Luguel, autora de muchos de los bordados de Pertegaz.
También se podían contemplar sombreros y zapatos, porque ya sabéis que los accesorios pueden arruinar o levantar un diseño de alta costura.
Y no podían faltar los vestidos de novia, que francamente me sorprendieron. Siempre hemos visto a la sociedad catalana como contenida y sobria, pero había trajes de novia que no le faltaba detalle.
Aunque hubo dos que me parecieron increíbles y que me demostraban una vez más que la ausencia de volúmenes exagerados puede ser un gran acierto para un día tan importante.
Aunque hubo dos diseños que me robaron el corazón. Uno de Balenciaga y otro de Jeanne Lanvin. Esos tejidos, diseño, patronaje, costuras perfectas e invisibles, arte en estado puro.
Una oportunidad única de haber visitado en completa soledad esta exposición de la que me dí cuenta que no podía fotografiarse al abandonar la exposición, pero una vez hechas las fotos no podía borrarlas, ¿no? Creo que era mejor compartirlas con vosotros.
Monsieur Pablo P..
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