Manoletinas, merceditas, francesitas, distintos nombres para referirnos a lo mismo: bailarinas, es decir, calzado ultraplano de gran flexibilidad y comodidad. Pero hoy repasando lo que ha sido uno de los acontecimientos del año, la boda de la Duquesa, he caído en la cuenta de que en algunas zonas de España alguna vez he oido llamarles estos zapatos duquesitas.
Y si señores, la novia del año iba de plano, no por problemas con la estatura del novio (generalmente las afortunadas que deciden pasar por el altar, si son más altas que sus contrayentes suelen optar por este tipo de calzado, no habiendo mayor castigo desde mi punto de vista para una mujer que le gusta el tacón que llevar bailarinas el día de su boda), sino por comodidad. En rosa palo y con apliques florales similares a los que llevaba en el vestido, es el calzado con el que Cayetana de Alba de Todos los Santos (con tanto nombre, apellido y título me lío) ha decidido abandonar por tercera vez la soltería. Eso sí, para echarse unos bailes nada mejor que hacerlo descalza (sobre la moqueta no sea que hubiera alguna piedrecilla).
Cuando oigo condesa recuerdo siempre a la maravillosa Ava Gadner en su papel de "La Condesa descalza". A partir de hoy seguramente que cuando oiga duquesa recordaré a esta mujer de rompe y rasga, que se pone el mundo por montera y se arranca a bailar sin manoletinas a la puerta de su palacio, pasando a ser para mí "La Duquesa descalza de Sevilla".
Mi más sincera enhorabuena, espero que sean felices y coman muchas perdices, aunque tengan que pasarla por la turmix...
Monsieur Pablo P..
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