domingo, 18 de diciembre de 2011

A dónde irán los volantes...

     Ser folclórica requiere a parte de un buen chorro de voz y una cantidad ingente de pelo, el lucir metros y metros de tela en forma de volantes, flores y adornos varios en tamaño XXL, la discreción no está hecha para ellas. A continuación algunos ejemplos prácticos:



      Si un humano normal y corriente, con menos actividad social y afición al barroquismo en forma de telas, peinetas y alamares se las ve y se las desea para guardar en un espacio vital habitual a la media española varias temporadas de outfits sin verse en la necesidad de desprenderse de ninguno en los contenedores de las iglesias, estas mujeres ¿dónde guardan tanto volante? Ayer viendo el especial Mary from de Mountain, María del Monte para los amigos, comprendí uno de los mayores misterios que ocupaban mi mente desde hace años. ¿Qué hacía Rocio Jurado dejándole a su hermano Amador en herencia una nave industrial? Que yo supiera era folclórica y no tenía entre manos ningún otro tipo de actividad industrial. Equili qua, estas señoras del cante no tiene armarios ni guardarropas, eso es demasiado del pueblo como para ellas, diosas de la canción y las verbenas populares, ellas son merecedoras de visitar su vestuario en un caddie de campo de golf para seleccionar lo que se llevarán en sus próximas giras por Latinoamérica, que digo yo, fletarán cienes y cienes de maletas para poder disponer de un vestuario digno de reina del cante al otro lado del charco.

      Ahora lo que me asalta es otra duda. Cuando estos trajes cesan en su actividad de lucimientos varios, ¿se autodestruyen o los donan a beneficencia? Estaremos atentos en próximas ediciones de Pekin Express a ver si en el fondo de la sabana africana vemos una folklórica in brown.

     Monsieur Pablo P..

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