Como siempre, llego tarde y voy a la carrera. He bajado por la Avenue Montaigne con mi vespa a toda velocidad dejando atrás la Torre Eiffel, parece que hay amenaza de lluvia.
Paso por la tienda temporal de Prada, llevan dos años en obras con su tienda del Farbourg de Saint-Honoré, tienen que estar haciendo un templo en toda regla. Lo que fue la primera Pop-up Store se ha convertido en visita obligada para todos los turistas y lo comprendo, es digno de admirar el esmero con el que han recreado detalles del Pont D'Alma para embellecer una vieja fachada parisina. Como me gustan sus maniquís de rojo...
¡Ya lo tengo! Como se van a cabrear por mi retraso a mitad de camino tengo los elementos perfectos para pedir perdón por mi retraso. Primera parada técnica: Ladureé. Creo que este cofre es el equilibrio perfecto entre continente y contenido.
Sigo avanzando por Saint Honoré, el tráfico es fluido y pronto llego al Hôtel Costes. Su floristeria especializada en rosas tiene la mejor selección de estas flores que he visto en mi vida. Nada más entrar me enamoro a dos bandas, ¿rosas o naranjas? No tengo tiempo de pensar, así que me llevo las dos.
Continuo avanzando y paso por Colette. El café que está enfrente tiene una de las terrazas más solicitadas de la capital gala y lo comprendo, es el sitio perfecto para pararte a observar el ir y venir de gente en el templo de las tendencias.
Llego a Palais Royal, cojo la Avenida de Opéra y por fin llego a mi destino. Me encanta ver sus cúpulas doradas al atardecer...
Ya estoy aquí y veo cara de disgusto pero cuando va viendo la bolsa de Ladureé y las rosas del Costes, se va tornando en cara de felicidad, parece que hoy no hay enfado, los tesoros de París me han salvado.
Monsieur Pablo P..
No hay comentarios:
Publicar un comentario